Recomendación fílmica: «la mula»

Gracias a Alejandro Porte Petit por la recomendación.

“La mula”[1]

Un caso que pasó de ignorancia deliberada a no exigibilidad.

¿Ignorancia deliberada?

Un ejemplo de ignoracia deliberada lo podemos encontrar en la película “La mula” (basada en un hecho real)[2], dentro de la cual, un hombre octagenario es contratado para llevar cargamento de un estado a otro (en los Estados Unidos) por lo cual es bien pagado.[3]

            En los primeros envíos decide no saber qué lleva en la caja de su camioneta, aunque alberga muchas sospechas no solo por la apariencia de las personas a las que sirve (sujetos armados, escondidos en garajes, etcétera) además de las ingentes ganancias que ello le genera.

            En uno de esos viajes, decide revisar la carga a media carretera. Al percatarse de que se trata de droga, ya no es ignorante de los hechos en que sirve. Pero, una vez que es consciente de ello, sus propios empleadores lo amenazan para que siga cumpliendo. Y a pesar de que no hay ya ignorancia deliberada, el sujeto queda en un nicho de inexigibilidad de la conducta.

            Spoiler alert

            Al momento de su detención, Earl se encuentra golpeado. Casi es asesinado por los miembros del cartel que le dan una última oportunidad para que haga su última entrega, bajo amenaza.

            Sin embargo, es sentenciado debido a que se declara culpable. 


[1] ‘Mula’: Clint Eastwood se despide de nosotros haciéndonos llorar. El director estadounidense firma la que podría ser su última película como actor, un ‘thriller’ dramático en el que se convierte en un octogenario traficante de droga Clint Eastwood vuelve a dirigir y a protagonizar una película en ‘Mula’. (Warner) Por  EL CONFIDENCIAL. Para lo que se anuncia como su despedida como actor de la gran pantalla, Clint Eastwood ha escogido interpretar a un personaje a primera vista sorprendente. Inspirada en un caso real, ‘Mula’ resigue la historia de Earl Stone, un veterano de la guerra de Corea ya octogenario que, cuando se ve obligado a cerrar su negocio de horticultura por la competencia que le supone internet, decide aceptar una oferta para transportar droga a las órdenes de un cartel mexicano. ‘A priori’, Earl parece el perfil menos adecuado para meterse en el tráfico de estupefacientes. Pero es precisamente este aspecto, el hecho de que se trata de un hombre mayor blanco alejado del estereotipo de ‘mula’, lo que le convierte en el conductor ideal, aquel al que nunca van a parar los agentes de la DEA. Earl se espabila con el trabajo e incluso sus decisiones un tanto heterodoxas resultan eficaces para esquivar a los agentes. Para el protagonista, estos encargos suponen la oportunidad de ganar un dinero con el que intenta compensar años de desatención a su esposa, hija y nieta.

‘Mula’ no pretende erigirse como un ‘thriller’ en que Eastwood reformula desde lo crepuscular la figura del (anti)héroe de acción. El contexto del tráfico de drogas, en este caso, permite al director y al guionista, Nick Schenk, llevar a cabo un retrato del racismo en Estados Unidos. Ya en ‘Gran Torino’, la anterior colaboración entre ambos, Eastwood encarnaba a un estadounidense con prejuicios que, a través de su relación con sus vecinos de origen Hmong, acababa posicionándose en la idea de que la filiación y la transmisión del legado cultural nada tienen que ver con los lazos consanguíneos ni las nacionalidades de toda la vida. 

Earl empieza a trabajar de ‘mula’ para ganar algo de dinero. 

En ‘Mula’, Eastwood repite en parte este rol de estadounidense vieja escuela que confraterniza con los integrantes de una minoría cultural en Estados Unidos. Su personaje acepta la labor de transportista de droga sin demasiados escrúpulos, y en este sentido no se sitúa en ningún momento en un plano de superioridad moral respecto a los integrantes del cartel. Además, Earl acaba encarnando por pasiva la demostración palpable del racismo por parte de las autoridades y los cuerpos de seguridad norteamericanos. 

El protagonista es la mula perfecta no solo porque nadie se imagina a un octogenario traficando con droga. Sobre todo porque representa la imagen tradicional de norteamericano blanco con la que no se asocia este negocio. Para subrayar este posicionamiento, destaca la escena en que los policías dejan pasar a Earl y paran un coche con un conductor de origen latinoamericano. El hombre esgrime asustado las estadísticas que confirman que para personas cómo él esta situación en concreto es la que les supone una mayor probabilidad de acabar muertos.

Pero Earl es también un anciano que ve cómo se desmorona el mundo tal y como lo había conocido hasta entonces. Las comunidades en las que se integraba, las ferias de horticultura o los fines de semana de polca en el centro de veteranos, se ven liquidados o al borde del cierre a causa de un modelo económico cada vez más implacable con los ciudadanos. A este retrato crepuscular de Estados Unidos, Eastwood añade una perspectiva mucho más emocional en torno a un personaje que, en los últimos años de su existencia, se da cuenta de que llevó a cabo un gran error vital. Earl privilegió el trabajo por encima de su familia, y ahora su esposa y su hija no quieren ni dirigirle la palabra. El anciano intentará poner remedio a la situación. 

En el inicio de ‘Sin perdón’, Clint Eastwood presentaba a su personaje como un granjero bregando con su ganado entre el estiércol, una imagen poco acorde con la de tipo duro con que se le solía asociar. En ‘Mula’, lo vemos por primera vez cultivando lirios de día, otro atributo poco habitual para este tipo de héroes masculinos. Aunque algunos de sus fans más acérrimos vieron en su drama ‘Los puentes de Madison’ una especie de borrón inexplicable en el sobrio expediente del actor de ‘Harry el sucio’, lo cierto es que ya hace un par décadas como mínimo que las películas de Eastwood están tocadas no solo por cierto tono melancólico, también por un profundo calado emocional. 

Formularia en su dimensión de ‘thriller’ policíaco y sin la fuerza cinematográfica del wéstern antes citado o tantos otros filmes del director, ‘Mula’ no dejaría de ser un filme correcto con protagonista insólito (y un tanto autocomplaciente) si no fuera, primero, por la presencia del propio Eastwood. El actor estadounidense, el último clásico del cine contemporáneo, inyecta a la película a través de su propio cuerpo envejecido y su rostro arrugado toda una carga histórica respecto al fin de una época. Además, Eastwood reserva un momento clave hacia el final para sacudir emocionalmente al espectador con un clímax dramático que expande su impacto a lo largo del resto del metraje. Eastwood siempre será el tipo duro que más nos ha hecho llorar. (consultado en: https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2019-03-08/mula-clint-eastwood-regreso-pelicula_1867662/ ).

[2] Leo Sharp luchó en la Segunda Guerra Mundial y recibió una Estrella de Bronce por su servicio. Posteriormente se convirtió en horticultor y administró una granja en Michigan City, donde vivió durante décadas. Aquejado por problemas financieros, empezó a transportar drogas entre la frontera sur y Detroit en un vehículo Lincoln Mark LT. Durante sus repetidos viajes llegó incluso a trasladar entre 100 y 300 kilogramos de cocaína.

En octubre de 2011, Sharp fue atrapado con 200 kilos de cocaína por la policía estatal de Míchigan durante una operación coordinada por la DEA. La investigación penal fue llevada a cabo por el fiscal adjunto Chris Graveline en el Distrito Este de Míchigan, y culminó con la acusación de 25 miembros de la organización, incluido Sharp.

Fue sentenciado a tres años de prisión, pero salió en 2015 debido a sus quebrantos de salud luego de pasar un año en la cárcel.

[3] The Mule (en EspañaMula) es una película estadounidense dramática de 2018 producida, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood. Fue escrita por Nick Schenk y está basada en un artículo del New York Times sobre la historia real de Leo Sharp, un veterano de la segunda guerra mundial que a sus ochenta años se convirtió en traficante de drogas del Cártel de Sinaloa.