El Instituto Nacional de Ciencias Penales, que nació a instancias de la Academia Mexicana de Ciencias Penales y que ha ganado un prestigio internacional a lo largo de sus casi cuarenta y cinco años, vive horas muy difíciles. La ley orgánica de la Fiscalía General de la República prevé que el INACIPE se convierta en un área eminentemente administrativa (con la consiguiente terminación de las relaciones laborales que mantiene actualmente) y pierde su carácter de centro público de investigación.
Comparto con ustedes el pronunciamiento que al respecto ha emitido la Academia y ruego su difusión.
Ya en 1993 se tuvo la experiencia de ver cerrar las puertas del INACIPE. En ese entonces vimos cómo se perdieron valiosos ejemplares de su biblioteca para dar paso a áreas de tiro.
Esperamos la consideración de quienes tienen el destino de este Instituto en sus manos.
En la revista conmemorativa de los 80 años de la Academia Mexicana de Ciencias Penales (publicada en diciembre de 2020), tuve el honor de colaborar con un artículo que hace referencia a la violencia digital y, en particular, al origen de la ya conocida Ley Olimpia.
En esta breve cápsula retomo el tema. Espero sea de su interés.
El 20 de enero de 2021 falleció Carlos Juan Manuel Daza Gómez, un catedrático excepcional de la Facultad de Derecho de la UNAM. Contaba con 34 años cumplidos de docencia (los había cumplido en octubre de 2020, por lo que sigo sin explicarme por qué no aparece en el libro de Académicos que hizo el jurista Adame) y gozaba de una energía envidiable.
Todavía vivía las grandes estelas que dejó su coordinación del Congreso Internacional virtual de Derecho Penal y ya estaba preparando lo que vendría para 2021, pero el virus de la pandemia segó sus proyectos. falleció a consecuencia del virus Sars Cov 2 Covid 19. Fue inesperado. Y fue doloroso para los distintos grupos que lideraba: chats de penalistas, colegio de profesores, su propio despacho, la cátedra que impartía desde temprano, así que no pocos han resentido su repentina desaparición. Por supuesto, su familia, de la que nos compartía escenas a través de las redes (gustaba de Instagram y Facebook para dar cuenta de sus viajes, sus reuniones, sus amigos y la devoción enorme que tenía por sus hijos).
Al doctor Carlos Daza lo conocí en los años 90, paulatinamente, con el pretexto del Derecho Penal, iniciamos una conversación que se extendió a lo largo de tres décadas. Lo seguí desde que tenía su despacho en el Eje 8 sur, luego en Miguel Ángel de Quevedo, luego en la Narvarte y fue su hijo quien me dio la noticia de su última mudanza al sur de la ciudad. En esa conversación aparecieron distintos alumnos del doctor que fueron formados en su despacho (donde impulsaba la investigación), así también llegó el momento de que participara en el comité que dirigió mi tesis doctoral.
A veces pasábamos por ratos de muchos proyectos juntos (como el libro sobre la dogmática penal y la teoría del delito, publicado allá por 2010) y no pocas veces dediqué mi trabajo a su persona o bien, dentro del mismo había referencias a lo que él había publicado.
Una vez fuimos contrapartes. Eso fue muy divertido, porque pudimos resolver el nudo en unas cuantas llamadas. Éramos amigos.
Nuestras conversaciones se cristalizaron en 2018, cuando tuve la oportunidad de entrevistarlo. Así podría saber cómo surgió la idea de ser abogado en ese joven que había crecido en la colonia Postal y de cuyos recuerdos exploramos su gusto por el futbol (no son pocas las fotos que subió como aficionado de los pumas desde ese lugar de privilegio en el estadio olímpico). Conocí entonces mucho de sus orígenes y se explicaba su derrotero.
Si solo diéramos cuenta de sus tantos doctorados obtenidos (UNAM, Salamanca, Sevilla) o de los que fue acreedor con Honoris causa, podríamos caer en esos recuerdos sin sustancia que solo refieren un papel y no a la persona que hubo detrás de ellos, pero habrá que referirlos por cuestiones eminentemente históricas.
Semblanza
Carlos Juan Manuel Daza Gómez, entre sus méritos estuvieron no sólo su sólida obra escrita, sino la obtención de tres doctorados en Derecho Penal, uno por la Universidad Nacional Autónoma de México, otro, por la Universidad de Sevilla y uno más por la Universidad de Salamanca.
Realizó sus estudios de Licenciatura, Maestría y Doctorado en Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Obtuvo su primer grado de Doctor en Derecho con Mención Honorífica, siendo su tutor académico el Doctor Raúl Carrancá y Rivas; obtuvo su segundo doctorado en la Universidad de Sevilla España, con la Tesis intitulada “Imputación objetiva en la participación y tentativa culposas”, obteniendo la máxima calificación “Magna Cum Laude”.
· Realizó estudios de Posdoctorado en la Universidad de Salamanca España en el año 1997 y 1998, obteniendo Diploma; así como un Curso de Filosofía en la Universidad de Múnich, Alemania.
· Cursó la Especialidad de Victimología en la Universidad de Sevilla en España, obteniendo El Diploma ´´Experto en Victimología´´.
· Cuenta con la especialidad en Victimología por la Universidad de Sevilla España.
· Fue Profesor Honoris Causa por:
Universidad Autónoma de Tamaulipas; la Universidad de Lomas Zamora; la Universidad de El Salvador en Buenos Aires Argentina; del Centro de Investigaciones Jurídico-Políticas. Posgrado de Derecho y de la Universidad Católica de la Plata en Buenos Aires Argentina.
Fue Catedrático por concurso de oposición en las materias de Introducción al Derecho Penal, Delitos en Particular y Delitos Especiales en la UNAM. Fue Profesor en el INACIPE, Universidad Panamericana e Iberoamericana y Tecnológico de Monterrey.
· Dictó Conferencias en: Zaragoza, Madrid, Salamanca, Sevilla, Huelva, así como en la Universidad de Zamora, Buenos Aires Argentina, donde es profesor invitado.
· Fue galardonado con la Cátedra Extraordinaria “Luis Garrido”, por la Facultad de Derecho de la UNAM.
· Fue galardonado con la máxima presea que otorga la Universidad John F. Kennedy en Buenos Aires, Argentina quien le otorga ´´La Cruz Kennedy ´´ por su contribución a la Ciencia Penal.
La Secretaría de Educación Pública a través del Instituto Nacional de Derechos de Autor, le otorgó el Reconocimiento como testimonio de su labor Intelectual y su aportación a la cultura Jurídica de nuestro país, por su obra escrita.
· Miembro del Consejo Nacional de Postgrado en Derecho, CONEPOD, así como también de la Asociación Nacional de Doctores en Derecho.
· Miembro y Primer Vocal del Colegio de Profesores de Ciencias Penales en la UNAM.
· Miembro de la Asociación Internacional de Derecho Penal.
· Presidente Fundador de la Asociación de Egresados de los Cursos de Postgrado de la Universidad de Salamanca, España.
· Presidente Fundador del Instituto Iberoamericano de Derecho Penal.
· Presidente del Colegio de Profesores de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la UNAM.
· autor y coautor de los libros:
1. (Dirección, Presentación y Coautor) El pensamiento filosófico y jurídico penal de Gunther Jakobs
2. Teoría General del Delito. Sistema Finalista y Funcionalista.
3. El Derecho Penal ante las Sociedades Modernas.
4. Principios Generales Del Juicio Oral Penal.
5. Imputación Objetiva en la Participación y Tentativa Culposas
Candidato a Fiscal de Justicia de la Ciudad de México.
El Dr. Daza Gómez fue un destacado abogado litigante de reconocido prestigio en nuestro país y quien además es autor de un texto clásco en las aulas de distintas Facultades de Derecho en México y el extranjero, además ha sido tutor de más de media centena de doctores en Derecho y ha sido un claro impulsor de las nuevas ideas que se generan en torno a la Teoría del Delito en el Mundo. Poseía una mente ágil y su forma de hablar desbordaba por lo regular una lluvia de ideas.
Qué grato era escuchar cómo había escrito su libro Teoría del delito, sus empeños por adentrar en el finalísimo, luego en el funcionalismo y de qué manera lo había hechizado Margarita Martínez Escamilla con la imputación objetiva.
Como presidente del colegio de profesores de derecho penal, de la Facultad de Derecho, me invitó a ser uno de sus vicepresidentes, pero creo que todo eso se quedó en el tintero.
Fuimos sinodales, junto con los maestros Carlos Barragán y Arturo Cossío, de los profesores que buscaban la definitividad en Acatlán y coincidimos en muchos eventos, ya fuera en la Facultad, en el INACIPE o en el naciente proyecto HÈBO. Inclusive tuve oportunidad de verlo, cuando intentó participar en el evento de la presentación del libro de Fernando Allende, el 18 de enero de 2021.
Él se encontraba coordinando un libro homenaje para nuestro maestro, el Doctor Raúl Carrancá y Rivas. Asimismo, participó en un libro que coordiné para Tirant y que habrá de aparecer este año.
Lo echaré de menos por eso y por tantas cosas que compartimos siempre con tono festivo.
Deja un gran vacío en el aula, en la dirección del colegio que presidía. Lo vamos a extrañar mucho.
Desde aquí abrazo a sus hijos Carla, Daniela, Carlos, Diego y Camila
El 19 de enero de 2021 falleció un eminente miembro de la Academia Mexicana de Ciencias Penales. En la enciclopédica obra que Don Sergio Correa hizo sobre la historia de dicha Academia, en el anexo correspondiente a la vida y obra de Fernández Doblado solo hay cuatro páginas que describen su paso por el Foro, como antiguo ministro y su respectiva obra académica.
Nació en Tuxpan, Veracruz, el 9 de abril de 1926.
Fue Licenciado y Doctor en Derecho por la UNAM, donde sirvió como profesor desde 1958, habiendo ganado la oposición de la cátedra de Derecho Penal y donde fue Director del Seminario de Derecho Penal. Se dedicó al ejercicio libre de su profesión entre 1948 y 1960. En 1956 fue secretario de Acuerdos del Tribunal Superior de Justicia y en 1960 secretario de Estudio y Cuenta de la Suprema Corte. En 1962 se desempeñó como agente del Ministerio Público Federal y como agente del Fuero Común, al año siguiente. En 1967 figuró como juez de Distrito y en 1978 como magistrado de circuito. En 1981 fue nombrado ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Fue miembro de número de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, de la Asociación Nacional de Abogados y de la Asociación Internacional de Derecho Penal. En 1979 recibió diploma de la UNAM por 25 años de docencia.
Entre sus obras destaca Culpabilidad y error, un texto que escribió en 1950 y que para 2007 mantenía una frescura y vigencia inimaginable.
participó, en representación de México, en la creación del Código Penal Tipo.
De dicho documento rescatamos:
«Proyecto De Código Penal, Tipo para Latinoamérica.
Informe
I. Antecedentes:
La idea de reunir a los juristas latinoamericanos para elaborar un proyecto de Código Penal tipo para Latinoamérica, tiene su origen en el acuerdo adoptado por el Directorio del Instituto de Ciencias Penales de Chile, en su sesión del 8 de octubre de 1962.
En dicha ocasión ante el Directorio del Instituto, con la asistencia de los directores: señores Garay, Brücher, Téllez, Concha y Chadwick, su Presidente, don Eduardo Novoa Monreal, expuso su idea de que el Instituto se hiciera cargo de propiciar la redacción de un Proyecto de Código Penal tipo para Latinoamérica, con el concurso de los más calificados juristas de los diferentes países de este continente. Esta presentación fue acogida unánimemente y se le otorgaron al señor Novoa todas las facultades necesarias para hacer una realidad esta iniciativa.
El día 15 de julio de 1963, en sesión plenaria del Instituto de Ciencias Penales de Chile, su Presidente dio a conocer a los miembros de la institución un proyecto de Plan Trabajo que, con las modificaciones sugeridas por los asistentes, se transformó en texto definitivo, llamado a servir de base a la discusión durante el curso de las deliberaciones.
El plan de trabajo consta de una introducción en que se dan los conceptos generales sobre la empresa; luego viene el plan de trabajo propiamente tal, donde en primer fugar se expresan las ideas generales y la determinación del concepto de Código Penal tipo para Latinoamérica, después se presenta el método de trabajo. Junto a este plan dio a conocer, además, un «Documento de Trabajo» referente a las cuestiones filosófico jurídicas que se plantearían, a las técnico legislativas de índole metódica y a las realidades sociales y culturales de Latinoamérica y su influencia en la nueva legislación.
II. Primera Reunión de la Comisión Redactora del Código Penal Tipo para Latinoamérica. (Santiago de Chile, 4 al 16 de octubre de 1963).
A ella concurrieron en calidad de invitados los siguientes profesores extranjeros: Luis Bramont Arias (Perú); Manuel Castro Ramírez (Salvadoreño); Luis Fernández Doblado (Mexicano); Heleno Claudio Fragoso (Brasileño); Ricardo Franco Guzmán (Mexicano); Jorge Frías Caballero (Argentino); Basileu García (Brasileño); Nelson Hungría (Brasileño); Luis Jiménez de Asúa (Español); Francisco P. Laplaza (Argentino); Ricardo Medina Moyano (Colombiano); Agustín Méndez (Venezolano); Sebastián Soler (Argentino) y Miguel Tamayo (Venezolano).
En representación de Chile estuvieron presentes los profesores señores Alvaro Bunster Briceño, Luis Cousiño Mac Iver, Tomás Chadwick Valdés, Alfredo Etcheberry Orthusteguy, Manuel Guzmán Vial, Eduardo Novoa Monreal, Daniel Schweitzer, Miguel Schweitzer y Eduardo Varas Videla.
En esta reunión se aprobaron el Estatuto de la Comisión Redactora de un Código Penal Tipo para Latinoamérica y la Declaración de Principios. Además se trataron los diversos aspectos relacionados con el ámbito de validez de la ley penal espacial, temporal y personal .
El Estatuto de la Comisión Redactora de un Código Penal Tipo para Latinoamérica establecía, entre otras, las siguientes bases fundamentales: a) La Comisión Redactora de un Código Penal Tipo para Latinoamérica se compone del Secretariado Ejecutivo, las Comisiones de Trabajo y las Reuniones Plenarias; b) El Secretariado Ejecutivo queda a cargo del Instituto de Ciencias Penales de Chile y el Presidente del Instituto será Secretario Ejecutivo de la Comisión; c) se propenderá a la formación de una o más Comisiones Nacionales o Regionales; d) Las Reuniones Plenarias se celebrarán periódicamente y se procurará asegurar fa asistencia de los miembros de las Comisiones o, al menos, de representantes de ellas; e) Las Comisiones de Trabajo cumplirán las tareas de investigación y estudio encomendadas por el Secretario Ejecutivo, dentro de los plazos que este último establezca.»
La Academia Mexicana de Ciencias Penales, presidida por el doctor Luis Rodríguez Manzanera, celebró su 80 aniversario a través de la plataforma del INACIPE (tal vez el mejor de los productos logrados por esta academia, a la par de su revista Criminalia).
Asistimos vía remota, acorde a los tiempos que vivimos. Toda reunión se debe llevar a cabo así dada la pandemia por Covid 19. Sin embargo, fue una ceremonia solemne y emotiva donde hablaron, según el programa los representantes de los miembros numerarios, así como los correspondientes nacionales y extranjeros. Poco tiempo para rememorar tanta historia.
participaron:
Bienvenida Gerardo Laveaga
Sergio García Ramírez
Eugenio Raúl Zaffaroni
Ruth Villanueva Castilleja
Ricardo Franco Guzmán
Miguel Ontiveros Alonso
Luis Arroyo Zapatero
Manuel Vidaurri Aréchiga
Luis Rodríguez Manzanera
Clausura Video Conmemorativo
(En la sala de espera de la plataforma zoom estábamos los integrantes de la Academia)
En la página web de la Academia se da cuenta de su fundación. Asimismo en el estupendo libro de Sergio Correa se hace un gran recuento de quienes han pertenecido a la misma. Solo queda entonces, recordar las palabras del doctor Franco Guzmán que refiere:
«Para referirme al aniversario número 80 de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, debo relatar previamente cómo me enteré de su existencia.
Recuerdo que después de haber terminado la escuela secundaria en 1942, me acerqué a mi padre y le pregunté que para hacer los estudios universitarios, en qué área de la Escuela Nacional Preparatoria debía inscribirme, a lo cual, después de meditar unos minutos me sugirió que lo hiciera en la de “Ciencias Sociales”, para después seguir la carrera de licenciado en Derecho.
Seguí el consejo de mi padre y en 1943 y 1944 cursé los dos años que en ese entonces se impartían en la Escuela Nacional Preparatoria y, en 1945, me inscribí en el primer año en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, ubicada en la antigua casona de la esquina que forman las calles de San Ildefonso y República Argentina, en el Centro Histórico del Distrito Federal, sin tener vocación alguna por la carrera de abogado.
Lo anterior se reflejó en las calificaciones finales de las cinco materias del primer año: en cuatro de ellas obtuve 6 y en Derecho Civil 5 (o sea reprobado); en el examen extraordinario pasé con 6, por lo que era notable mi desinterés por la carrera de licenciado en Derecho.
Sin embargo, en 1946 me inscribí en el segundo año en el que en la materia Derecho Penal, Parte General, me tocó tener como profesor al maestro Raul Carrancá y Trujillo, originario de Campeche y que había obtenido el grado de Doctor en Derecho en la Universidad Central de Madrid y era Presidente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
Desde la primera clase que escuché del maestro Carrancá, quedé impactado de su personalidad y de lo interesante que era el Derecho Penal, por lo que puedo decir que desde entonces quedé enamorado de dicha materia. EI resultado de esto fue que en el examen final obtuve 10 y, en las cuatro materias restantes también logré 10.
En 1947, al ingresar al tercer año de la carrera me inscribí en Derecho Penal Delitos en Particular, con el maestro Francisco Gonzalez de la Vega, quien también me calificó con 10 en el examen final.
En 1947 el maestro Carrancá dejó de ser Presidente del Tribunal Superior de Justicia, por haberse jubilado y abrió su bufete de abogado litigante en el despacho 201 del edificio ubicado en las calles de Motolinia 8 en el Distrito Federal. Enterado de ello por los periódicos, fui a verlo a su oficina y, después de felicitarlo por su decisión, me atreví a pedirle que me permitiera ser su pasante.
Con la franqueza que siempre tuvo conmigo, el maestro Carrancá me indicó que no tenía asuntos y, por tanto, no podía contratarme como pasante, a lo cual le contesté que no pretendía retribución económica alguna, pues lo que deseaba era aprender a litigar y a estar cerca de él como jurista. Así me aceptó en su despacho, por lo que el mismo día caminé tres cuadras hasta llegar al Monte de Piedad, donde compré un escritorio y una silla usados, que uno de los cargadores que estaban en la puerta, me los llevó a la oficina del maestro, quien se impresionó de la forma en la que había actuado.
Recuerdo el hecho coincidente de que el maestro Carrancá me presentó con su vecino pared de por medio, ocupante del despacho número 200, el licenciado Luis Chávez Hayhoe, notario número 52 del Distrito Federal, quien me dijo el maestro Carrancá, había sido ante el cual se había constituido la Academia Mexicana de Ciencias Penales, el 21 de diciembre de 1940 y con el cual comencé a tener amistad.
Fue así como tuve las primeras noticias de la existencia de la Academia, pues el maestro Carrancá me relató con mucho orgullo y detalle la historia de cómo apareció la revista Criminalia en 1933 y, pasados 7 años, se constituyó la Academia Mexicana de Ciencias Penales. Incluso me mostró un testimonio notarial de la escritura constitutiva, en donde aparecían los nombres de los 12 fundadores de la Academia:
1. José Ángel Ceniceros
2. Francisco Gonzalez de la Vega
3. Alfonso Teja Zabre
4. Raúl Carrancá y Trujillo
5. Luis Garrido Díaz
6. Emilio Pardo Aspe
7. Carlos Franco Sodi
8. José Ortiz Tirado
9. Javier Piña y Palacios
10. Francisco Argüelles
11. José Gómez Robleda
12. José Torres Torija.
Puedo decir con orgullo, que por mi cercanía con el maestro Carrancá, conocí a todos los mencionados miembros fundadores de la Academia y, con algunos de ellos tuve una cercana amistad y agradecimiento.
Así transcurrieron 1948 y 1949, en que veía todos los días al maestro Carrancá en la mañana en la Escuela y en la oficina y, en las tardes en ésta. En esos años prácticamente casi todas las actividades de los abogados se desarrollaban en el Centro de la Ciudad: la Suprema Corte de Justicia de la Nación tenía poco tiempo de haberse instalado en el edificio que forman en esquina las calles de Corregidora y Pino Suarez, el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal en las calles de Donceles, la mayoría de los despachos de abogados en las calles de Palma, Donceles, 5 de Mayo, Motolinía y otras más.
Era notable lo que ocurría cuando salíamos del despacho el maestro Carrancá y yo, para ir a alguna de las oficinas señaladas: no podía dar dos pasos, sin que alguno de los profesores de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, de los miembros de los Tribunales o abogados litigantes y alumnos de la Escuela, o los señores Porrúa, dueños de la hoy centenaria Librería Porrúa, ubicada en la esquina de Donceles y Argentina, lo detuvieran con alegría para felicitarlo, abrazarlo y conversar unos momentos con él.
De igual modo, a la oficina de Motolinía acudían con frecuencia los juristas que habían fundado en 1940 la Academia Mexicana de Ciencias Penales, y que el maestro Carrancá me presentó y con los cuales también tuve amistad.
A principios de 1949, se creó la materia optativa de “Criminología”, dentro de las asignaturas del quinto año de la carrera, que fue inaugurada por el insigne maestro don Constancio Bernaldo de Quirós (refugiado español que después supe había sido recibido en la Academia Mexicana de Ciencias Penales, el 11 de agosto de 1959) reconocido como uno de los más destacados criminólogos del mundo, en cuyas clases yo estaba siempre en la primera fila, absorto escuchándolo.
En diciembre de 1949 concluí la carrera iniciada en 1945 y, en los primeros meses de 1950, bajo la dirección del maestro Carrancá elaboré un trabajo intitulado «Delito e Injusto, Formación del Concepto de Antijuridicidad», que presenté como tesis para obtener el grado de licenciado en Derecho, el 7 de junio de 1950, ante un jurado integrado por el Maestro Carrancá, don Juan José Gonzalez Bustamante, don Mariano Jiménez Huerta, don Constancio Bernaldo de Quirós y don Ramón Palacios Vargas, todos miembros de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, yo tenía 22 años.
Debo reconocer y agradecer que, por instrucciones de don Luis Garrido, Presidente de la Academia y Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, mi mencionada tesis se hizo en la Imprenta Universitaria, aunque no apareció en la caratula el nombre de ésta, dado que se trataba de la obra de un estudiante y si se conocía este hecho, se pensó que entonces no habría obstáculo alguno para que otros alumnos de la Universidad pidieran lo mismo, lo que no era correcto.
Ya recibido de licenciado en Derecho, la Universidad Nacional Autónoma de México, con el decidido apoyo de don Luis Garrido, de don Juan José González Bustamante (Secretario General de la UNAM), del maestro Carrancá, y de don Constancio Bernaldo de Quirós, me otorgó una beca para estudiar Derecho Penal en Italia. En el fondo, yo agradecí dicha beca a la Academia, a la que pertenecían cuatro de sus distinguidos miembros.
Así salí en ferrocarril hasta Nuevo Laredo y de allí a Nueva York, desde donde partí en el precioso transatlántico «Queen Mary» hacia Europa (en tercera clase, porque no había cuarta), donde estuve dos años en Italia, realizando el curso de «Perfeccionamiento en Derecho Penal», en la Universidad de Roma, Italia.
En 1951, encontrándome en Italia, envié a la Academia dos trabajos escritos en italiano por dos de mis profesores en la mencionada Escuela, traducidos por mí al español, como sigue:
“La confesión en estado hipnótico en la investigación judicial”, de Gislero Flesh, en “Criminalia”, año XVII, México, noviembre de 1951, Núm. 11, páginas 624-630.
«EI problema de la lucha contra la delincuencia infantil en Italia», de Gislero Flesh, en «Criminalia»: año XVII, México, diciembre de 1951. Núm. 12, páginas 668-685.
En 1952, encontrándome todavía en Italia, recibí la triste noticia del fallecimiento de uno de los fundadores de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, el doctor José Torres Torija, quien había nacido el 15 de junio de 1885 y murió el 21 de abril de 1952, a los 67 años.
Asimismo, en 1952 apareció otro trabajo mío de traducción al español, escrito por mi profesor Felipe Grispigni, quien era el Director de la Escuela de Perfeccionamiento en Derecho Penal: «La nueva sistemática del delito en la doctrina alemana más reciente», en «Criminalia», año XVIII, México, junio de 1952, Núm. 6, págs. 296-307.
Como se puede ver, mi primera relación que podríamos llamar “oficial”, con la Academia, a través de “Criminalia”, fueron los citados trabajos de traducción.
El 5 de junio de 1952, presenté el examen final, ante los 14 profesores que habían impartido el curso, los cuales me otorgaron la máxima calificación (70 sobre 70) y mención honorífica. En ese momento, también recordé con agradecimiento a los miembros de la Academia que me apoyaron con la beca. Los profesores y materias son los siguientes:
1. Ejercicios científicos y prácticos de Derecho Penal: Filippo Grispigni.
2. Ejercicios prácticos de Derecho Procesal Penal: Alfredo Jannitti Piromallo.
3. Derecho de Policia: Pantaleo Grabrielli
4. Ejercicios Científicos de Derecho Procesal Penal: Alfredo de Marsico.
5. Derecho Penitenciario: Giuseppe Velotti.
6. Antropología Criminal: Benigno di Tullio.
7. Psicología Judicial y Criminal: Mario Ponzo.
8. Psicopatología Criminal: Francesco Bonfiglio.
9. Medicina Legal aplicada al Derecho Penal: Cesare Gerin.
10. Sociología Criminal: Alfredo Nicéforo.
11. Técnica y Medicina Penitenciaria: Filippo Saporito.
12. Policía Científica: Ugo Sorrentino.
13. Derecho Penal Canónico: Pío Cipriotti.
14. Derecho Penal Romano: P. Dianelli.
En el momento en que terminé el curso de Roma, de nuevo recordé agradecido a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, la que intervino a través de sus miembros, en el otorgamiento de una beca para estudiar en Italia.
Regresé a México en septiembre de 1952 y, en visita que hice a don Francisco González de la Vega, en su oficina de Procurador General de la República, después de relatarle mi estancia en Roma, me preguntó en qué pensaba trabajar y, al indicarle que no tenía idea alguna, me propuso nombrarme agente del Ministerio Público Federal, y me adscribió a la Dirección General de Averiguaciones Previas, que estaba al mando del licenciado Francisco Pavón Vasconcelos, a quien me presentó e inicié una amistad que posteriormente se convirtió en fraternal, hasta su fallecimiento.
Lo anterior significa que el primer empleo que tuve después de mi regreso a México, se lo debí a un miembro de la Academia, continuó mi relación con la misma y con Criminalia, pues el 26 de enero de 1953, dicté una conferencia sobre «Las nuevas teorías criminológicas italianas», en la Academia Mexicana de Ciencias Penales, que se publicó en «Criminalia», año XIX, México, mayo de 1953, núm. 5, páginas 251-266.
Ya en México, se publicó otra traducción mía del italiano al español: «La Escuela de Policía Científica de Roma», de Ugo Sorrentino, en «Criminalia»: año XIX, México, junio de 1953, Núm 6, páginas 313-322.
El 1 de julio de 1953, tuve conocimiento que había fallecido en nuestro país otro de miembros de la Academia, al cual tenía gran aprecio, don Mariano Ruiz Funes, quien había nacido el 24 de febrero de 1889 en la Ciudad de Murcia, España, y había venido a México con el nutrido grupo de grandes juristas republicanos, invitado por el general Lázaro Cárdenas, entonces Presidente de la República.
Recuerdo una anécdota humorística cuando nos veíamos en la Facultad de Derecho don Mariano Ruiz Funes y yo, me tomaba del brazo y me decía: “Mi querido Ricardo no tiene usted idea de cómo me es simpático… lástima de apellido”.
En febrero de 1953 el maestro Bernaldo de Quirós cayó gravemente enfermo, por lo que pidió licencia para no impartir su curso de Criminología durante ese año y me propuso para que yo lo sustituyera en su cátedra, lo que acepté gustoso, pero con la condición de que el maestro siguiera percibiendo sus prestaciones económicas.
Lo anterior significa que por las circunstancias especiales mencionadas, yo sustituí a uno de los miembros de la Academia durante 1953 en su cátedra de Criminología.
EI 4 de mayo de 1954, oficialmente fui contratado por la Universidad Nacional Autónoma de México, como profesor de Derecho Penal, adscrito a la Facultad de Derecho», por lo que en 2019 cumplí 65 años de antigüedad.
En 1954 apareció otro artículo mío: «Los elementos subjetivos del injusto en la teoría finalista de la acción», en Cri minalia, año XX, octubre de 1954, Núm. 10, págs. 524-531.
En 1955 apareció otro artículo mío: «EI tratamiento de la mujer delincuente», en Criminalia, año XXI, México, enero de 1955, Núm. 1, págs. 2-5.
En febrero de 1955 se publicó otro artículo mío: “La Escuela de Perfeccionamiento en Derecho Penal de Roma, Italia”, en Criminalia, año XXI, febrero de 1955, págs. 124-131.
Mi cercanía con los miembros de la Academia era tal, que en 1955, don Francisco González de la Vega me invitó a formar parte como delegado de la Comisión de México que asistiría al Primer Congreso de las Naciones Unidas en Materia de Prevención del Delito y Tratamiento de los Delincuentes a celebrarse en Ginebra, Suiza, del 22 de agosto al 3 de septiembre de 1955.
Dicha Comisión que presidía el maestro González de la Vega, se integraba también por Alfonso Quiroz Cuarón y Guillermo Colín Sánchez, de los cuales el primero ya era miembro de la Academia.
EI maestro González de la Vega, en ese viaje a Ginebra, iba en compañía de su esposa Angelita Zevada, quienes me presentaron a su sobrina Delfina Zevada Moreno, hija de don Ricardo José Zevada (hermano de Angelita) y Guadalupe Moreno. Pasados unos años, en 1959 contraje matrimonio con Finita Zevada Moreno.
Terminado el Congreso en Ginebra, el académico Alfonso Quiroz Cuarón y yo asistimos como delegados de México a la XXIV Asamblea de la Asociación Internacional de Policía Criminal (INTERPOL), celebrada en Estambul, Turquía, del 5 al 9 de septiembre de 1955.
Pasados unos días, de nuevo el académico Alfonso Quiróz Cuarón y yo asistimos como delegados de México al Tercer Congreso de la Sociedad Internacional de Criminología, realizado en Londres, Inglaterra, del 12 al 18 de septiembre de 1955. A dicho congreso también participó el miembro de la Academia don Luis Jiménez de Asúa.
Después de los citados Congresos, varios de los académicos me dijeron que en virtud de ser ya un frecuente colaborador en la revista Criminalia, habían conversado sobre la posibilidad de proponerme como miembro de la Asociación y para comenzar me invitaron a la reunión de ingreso de don Mariano Jiménez Huerta, que se efectuó el 12 de agosto de 1956, quien disertó sobre: «Corpus delicti y tipo penal».
Pasados unos días, recibí una comunicación oficial de la Academia, en el sentido de que, debido a todos los antecedentes de mi relación con Criminalia y con los miembros de la Academia, me proponían admitirme en la misma, por lo que se fijó fecha para tal acontecimiento.
EI 7 de septiembre de 1956, en el Salón de Actos de la Academia, ubicado en el despacho 202 del edificio de Seguros de México, ubicado en la calle de San Juan de Letrán número 9 (ahora Eje Central Lázaro Cárdenas), leí mi trabajo de ingreso intitulado «Ensayo de una teoría sobre la culpabilidad en los menores», que fue contestado por don Luis Garrido, Presidente de la misma. Yo tenía 28 años.
Dicho trabajo se publicó en Criminalia, año XXIII, México, D.F., noviembre de 1957, págs. 746-758.
Después del acto, pasamos a la acera de enfrente, al bellísimo y recién construido edificio de la Torre Latinoamericana, al piso 27, donde departimos en una comida todos los miembros de la Academia.
A partir de mi ingreso a nuestra Asociación recuerdo que propuse, impulsé y aprobé a todos los que la componen en la actualidad, y a algunos que fallecieron.
Ya como integrante de nuestra Asociación, a partir de 1956, se han publicado mis siguientes colaboraciones:
“El delito de estupro”, en Criminalia, México, año XXII, agosto de 1956, Núm. 7, págs.. 569-578.
«EI Derecho Penal» por Francesco Antolisei, en Criminalia, México, año XXIII, junio de 1957, Núm. 6, págs. 362-385, traducción del italiano al español.
«Unidad y pluralidad de sujetos activos en la estructura del delito», por Gian Domenico Pisapia, en «Criminalia», año XXIV, México, enero de 1958, Núm. 1, pags, 26-38, traducción del italiano al español.
En 1958, en unión de Francisco Pavón Vasconcelos, Celestino Porte Petit y Manuel del Rio Govea, intervine en la elaboración de un “Anteproyecto de Código Penal, para el Distrito Federal”, que se publicó íntegro en Criminalia, año XXIV, México, octubre de 1958, núm. 10, págs. 598-671.
El 11 de agosto de 1959, falleció otro de los miembros de la Academia, don Constancio Bernaldo de Quirós, a quien ya me he referido y con el que cultivé una gran amistad. No pude asistir a la ceremonia luctuosa a la que se refiere el artículo 57 de los estatutos de la Academia, en razón de que me encontraba en mi viaje de luna de miel (que se inició el 25 de julio de 1959), con mi esposa Finita, de quien ya he hablado y que duró tres meses.
En 1960 se publicó el libro “Estudios a la memoria de don Constancio Bernaldo de Quirós” en cuya página primera intitulada “Causa y razón de este libro”, sus hijos escribieron:
“Estamos ciertos, que si la obligación de un hijo es obedecer y respetar en vida a los padres, en muerte, no menor es su deber honrar y perdurar su memoria. Y pensándolo así, y en deseo de que por boca y pluma de quienes están autorizados, se prolongue y difunda lo que fue una existencia humana y estudiosa, se recogen en este libro, las muestras de afecto y consideración expresadas con motivo de lo que fue para nosotros irreparable pérdida y que fueron ya recopiladas en un número especial de la revista “Criminalia”.
“En ambos casos, tanto en lo que se refiere a la dedicación del número especial de “Criminalia”, como en el particular de este libro, que conserva el orden y formato de la Revista, su edición ha sido posible gracias al interés de la Academia Mexicana de Ciencias Penales y muchas veces le oímos decir, que en ninguna de las aulas o salones en que había disertado se sentía tan a gusto, tan a sus anchas, como en el salón de conferencias de la Academia, tan recoleto y acogedor, y en el que ahora, al lado de Maestros ya idos, se encuentra su retrato.
“Así pues, tanto a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, como a las personalidades que colaboran en él, en nombre de nuestra madre, todos nosotros, sus hijos, agradecemos emocionados esta prueba de afecto que nos conmueve, honra y obliga por toda la vida.”
Y al reverso de esa página, de su puño y letra, sus hijos escribieron: “A la memoria de nuestro padre, como recuerdo a su vida ejemplar, ofrecemos su último libro, que no llegó a ver, pero sí dedicó al Lic. Ricardo Franco Guzmán, su discípulo predilecto. México, D.F., 18-X-59, C. Bernaldo de Quirós hijo, Juan B. de Quirós.”
En 1960 impulsé y voté a favor de don Luis Fernández Doblado, don Francisco Pavón Vasconcelos y don Fernando Castellanos Tena, como nuevos miembros de la Academia Mexicana de Ciencias Penales.
La Academia me nombró para participar en su nombre, en las “Jornadas de Derecho Penal”, que tuvieron lugar del 22 al 27 de agosto de 1960, en Buenos Aires, Argentina, en términos de una carta de 28 de julio de 1960, dirigida a los organizadores de dicho evento.
El 24 de abril de 1961, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, Carlos Franco Sodi, nacido en Oaxaca el 31 de marzo de 1904, a los 57 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 29 de febrero de 1962, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, Alfonso Teja Zabre, nacido el 23 de diciembre de 1888, por lo que tenía 74 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 21 de febrero de 1964, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, Emilio Pardo Aspe, nacido el 28 de septiembre de 1885, en la Ciudad de México, tenía 79 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 29 de diciembre de 1967, falleció otro de los miembros de la Academia, Rafael Matos Escobedo, nacido en Yucatán el 28 de julio de 1889, y tenía 78 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación. Criminalia destinó un ejemplar para honrar su memoria en 1968.
El 13 de agosto de 1968, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, Raúl Carrancá y Trujillo, nacido en Campeche el 27 de agosto de 1897, tenía 70 años, mi queridísimo maestro al que tanto debo en todos sentidos, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
En 1968 falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, José María Ortiz Tirado, nacido el 8 de agosto 1894, en Álamos, Sonora, y tenía 74 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 16 de noviembre de 1970, falleció en Buenos Aires, Argentina, otro de los miembros de la Academia, Luis Jiménez de Asúa, nacido el 19 de junio de 1889 en Madrid España, y tenía 81 años, mi queridísimo maestro al que tanto debo en todos sentidos, y al que me he referido por haber asistido en su compañía a varios congresos y haber viajado juntos en Europa y en Latino América.
El 12 de febrero de 1972, falleció en la Ciudad de México, otro de los miembros de la Academia, Juan José González Bustamante, nacido el 16 de mayo de 1890, en Matehuala, San Luis Potosí, tenía 81 años, muy querido maestro al que agradezco tantos favores que ya he relatado y que influyó para mi ingreso a la Academia, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 19 de octubre de 1973, falleció en la Gare du Nord, París, Francia, otro de los miembros fundadores de la Academia, Luis Garrido Díaz, nacido el 15 de mayo de 1898 en la Ciudad de México, tenía 75 años, mi queridísimo maestro al que agradezco tantos favores que ya he relatado y que influyó para mi ingreso a la Academia, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 3 de marzo de 1976, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, Francisco González de la Vega, nacido el 3 de diciembre de 1901 en Durango, y tenía 74 años, mi queridísimo maestro al que agradezco tantos favores que ya he relatado y que influyó para mi ingreso a la Academia, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación. Recuerdo que en esa ceremonia tomó la palabra el académico Sergio García Ramírez, quien pronunció unas emocionadas palabras que estremecieron a quienes estábamos presentes.
El 16 de noviembre de 1978, falleció otro de los miembros de la Academia, Alfonso Quiroz Cuarón, nacido el 19 de febrero de 1910, en Ciudad Jiménez, Chihuahua, tenía 68 años, mi queridísimo amigo, con el cual hice varios viajes que he relatado y gocé de su amistad fraterna tantos años. Casi una vez al mes nos reunía a varios amigos en su casa de Valerio Trujano, colonia del Valle, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
Mi querido amigo Alfonso Quiroz falleció en una forma que envidio, pues ocurrió su muerte cuando estaba impartiendo su clase de Criminología en uno de los salones de la planta baja de la Facultad de Derecho. Interesante fue saber que cuando se desmayó, lo transportaron todavía con vida en ambulancia al Hospital Adolfo López Mateos ubicado muy cerca de la Ciudad Universitaria, en la avenida Universidad casi esquina con Río de Churubusco, y que cuando lo estaban examinando, sonó la alarma de su reloj a las 10:00 a.m. exactamente, que era la hora en que terminaba la clase y en ese instante falleció.
El 24 de abril de 1979, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, José Ángel Ceniceros, quien había nacido el 8 de junio de 1900 en Ciudad Victoria, Durango tenía 78 años, querido maestro que influyó para mi ingreso a la Academia, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
El 23 de enero de 1983, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, Javier Piña y Palacios, quien había nacido el 19 de agosto de 1897 en la Ciudad de México, y tenía 85 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
En febrero de 1983, participé en la Mesa Redonda organizada por la Academia Mexicana de Ciencias Penales y el Instituto Nacional de Ciencias Penales sobre «La responsabilidad de los servidores públicos», en el Auditorio de la Escuela Libre de Derecho.
El 4 de diciembre de 1987, falleció otro de los miembros fundadores de la Academia, el doctor José Gómez Robleda, quien había nacido en Orizaba, Veracruz, el 24 de julio de 1904, tenía 83 años, y asistí a la sesión solemne de nuestra asociación.
Del 4 al 6 de febrero de 1992, participé en el ciclo de mesas redondas sobre: “Las recientes reformas al Código Penal”, organizadas por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la Academia Mexicana Ciencias Penales, llevadas a cabo en el aula Magna «Jacinto Pallares».
EI 17 de septiembre de 1992, pronuncié el discurso de contestación al ingreso formal del doctor Moisés Moreno Hernández, como miembro de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, en el «Auditorio México» de la Procuraduría General de la Republica.
Al año siguiente, en enero de 1993, con motivo de mi nombramiento como Subprocurador de Control de Procesos de la Procuraduría General de la República, invité al recién miembro de la Academia doctor Moisés Moreno Hernández, a colaborar conmigo como Coordinador de Asesores.
EI 29 de agosto de 1996, participé en la conferencia: «Imputabilidad y justicia de menores», dentro del Programa Anual de Actualización en Materia de Impartición de Justicia de Menores Infractores, organizada por la Secretaría de Gobernación, la Subsecretaria de Protección Civil y de Prevención y Readaptación Social, el Consejo de Menores del Distrito Federal y la Academia Mexicana de Ciencias Penales, celebrada en el Auditorio del Consejo de Menores del Distrito Federal.
En noviembre de 1997, escribí un trabajo sobre: «Imputabilidad y justicia de menores», en «Memoria del curso de actualización en materia de impartición de justicia de menores infractores», publicado por la Secretaría de Gobernación y la Academia Mexicana de Ciencias Penales, México, D.F., noviembre de 1997, pp. 75-82.
EI 8 de julio de 1997, dicté una conferencia sobre: «Teoría de los elementos subjetivos del injusto», dentro de las «Jornadas de Derecho Penal México-España», organizadas por la Academia Mexicana de Ciencias Penales y la Asociación de Egresados de Postgrado de la Universidad de Salamanca, España, realizadas en la Unidad de Congresos del Centro Médico Nacional, Siglo XXI.
EI 19 y 20 de febrero de 1998, intervine en el “Seminario Internacional, Política de Justicia de Menores Infractores», organizado por la Academia Mexicana de Ciencias Penales, la Unión Europea y el Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, efectuado en la Secretaría de Gobernación.
En septiembre de 2000, en sesión de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, se recibió una comunicación del Instituto Nacional de Ciencias Penales, del cual aquélla forma parte de su Junta de Gobierno, en la que le informaba que con motivo de la celebración de los 100 años de la Procuraduría General de la República, se había tomado el acuerdo de otorgar el grado de doctor Honoris Causa, a tres juristas y pedía a la Academia proponer el nombre de uno de sus miembros, por lo que por unanimidad se propuso el nombre de Ricardo Franco Guzmán.
Asimismo, se tomó la determinación de que el doctor Jesús Zamora Pierce, Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, interviniera en la Ceremonia respectiva, haciendo la laudatio de Franco Guzmán.
El 4 de septiembre de 2000, dentro del marco de la conmemoración de los 100 años de la Procuraduría General de la República, se llevó a cabo la ceremonia de investidura de doctorados Honoris Causa, en el Museo Nacional de Antropología, que recibieron: el doctor Claus Roxin, de Alemania, José Cerezo Mir, de España y Ricardo Franco Guzmán de México, de manos del doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
En esa ocasión, el licenciado Jorge Madrazo Cuellar, Procurador General de la República, en lo referente expresó:
“Este año, la Procuraduría General de la República cumple un siglo de existencia. Hace 100 años, precisamente el día 22 de mayo de 1900, se publicaron las reformas a los artículos 91 y 96 de la Ley Fundamental de 1857, con lo que arrancaba la vida de esta Institución.
“Es para nosotros un extraordinario privilegio el que los doctores Roxin, Cerezo Mir y Franco Guzmán, hayan aceptado la designación de doctores honoris causa del Instituto Nacional de Ciencias Penales de México.
“El doctor Ricardo Franco Guzmán, de nacionalidad mexicana, no necesita de presentación alguna en el mundo de la ciencia jurídica de nuestro país, doctor en Derecho por la UNAM, cuenta con una especialización en Derecho Penal en la Universidad de Roma, Italia; catedrático de Derecho Penal en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México desde hace casi 50 años, donde ha formado muchas generaciones de abogados mexicanos; autor de múltiples artículos sobre Derecho Penal; Subprocurador y Fiscal de la Procuraduría General de la República; también ha sido objeto de incontables distinciones en México y en el extranjero.”
En la misma ceremonia, en la laudatio del doctor Jesús Zamora Pierce, Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, hizo un resumen de las actividades de Ricardo Franco Guzmán, en el que destacó lo siguiente:
“Por su labor en la formación académica de los juristas mexicanos, así como por su invaluable obra científica, que es fundamental para el Derecho Penal Mexicano.
“Obtuvo el grado de licenciado en Derecho en la Facultad de Derecho de la UNAM. En Italia fue discípulo de Filippo Grispigni, gloria del penalismo italiano; y de Alfredo de Marsico, Benigno di Tullio y Alfredo Nicéforo.
“En 1971 obtuvo el grado de doctor en Derecho de la UNAM con mención honorífica.
“Ha dedicado su vida al ejercicio libre de su profesión y a la Universidad. Durante casi medio siglo han pasado por su cátedra miles de alumnos que, después, han diseminado sus enseñanzas por toda la República.
“En la Procuraduría General de la República ha ocupado los cargos de Fiscal Especial para la Atención de Delitos Electorales, Subprocurador Jurídico y Subprocurador de Control de Procesos. En este último cargo recibió la encomienda de coordinar los trabajos de una comisión que dieron como resultado la reforma de más de 400 artículos de doce leyes, entre ellas la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.”
Cuando recibí las insignias de doctor Honoris Causa de manos del Presidente de la República, mentalmente agradecí a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, el haberme elegido como su representante, que fue para mí un gran honor.
En 2001, en sesión formal de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, presidida por el doctor Jesús Zamora Pierce, se tomó el acuerdo de hacer una publicación en homenaje de nuestra Asociación, por lo que todos los asistentes se comprometieron a aportar artículos jurídicos, entre ellos Ricardo Franco Guzmán, quien escribió: «EI caos de la legislación penal en México y la necesidad de transformarla en federal», publicado en «Estudios en homenaje a la Academia Mexicana de Ciencias Penales», Editorial Porrúa, México, 2001, pp. 131-138.
Del 28 de septiembre al 1 de octubre de 2004, intervine como representante de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, en el congreso organizado por Instituto Max Planck de Derecho Penal Extranjero e Internacional, y pronuncié una conferencia sobre la: «Unificación del Derecho Penal».
Artículo intitulado “Unificación del Derecho Penal”, en “Hacia la Unificación del Derecho Penal. Logros y desafíos de la armonización y homologación en México y en el Mundo.” Instituto Nacional de Ciencias Penales, Academia Mexicana de Ciencias Penales y Max Planck Institut, México, mayo 2006. págs. 27-41.
EI 20 de agosto de 2007, participé en el programa de televisión denominado «Expediente INACIPE», transmitido por el Canal Judicial, organizado por el INACIPE, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Academia Mexicana de Ciencias Penales.
EI 7 enero de 2008, participé como ponente en el Foro: «La reforma constitucional en materia penal y seguridad pública», con el tema: «Los alcances de la oralidad en el proceso», organizado por el Instituto de Formación Profesional de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y la Academia Mexicana de Ciencias Penales.
En el mismo año 2008, cuando el doctor Moisés Moreno Hernández era el Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, recibí el más grande homenaje que pude imaginar me rindió nuestra Asociación, con motivo de haber cumplido más de 50 años de haber ingresado como miembro numerario de la misma, en unión del Instituto Nacional de Ciencias Penales, en un libro que así se denominó: “Homenaje a Ricardo Franco Guzmán. 50 años de vida académica”, 2008.
El libro ostenta en la carátula y en el interior, los logotipos de la Academia Mexicana de Ciencias Penales y del Instituto Nacional de Ciencias Penales, compuesto de 750 hojas en la que escribieron 27 miembros de la Academia, con una bella presentación del doctor Moisés Moreno Hernández, Presidente de la misma, que transcribo:
“Presentación. 1) La Academia Mexicana de Ciencias Penales acordó rendir homenaje al doctor Ricardo Franco Guzmán, con motivo de haber cumplido 50 años como Académico de Número de la misma. Con ello, la Academia ha querido reconocer la aportación que Franco Guzmán ha tenido tanto en la enseñanza del Derecho Penal como en el foro, así como destacar su amplia participación en actividades relacionadas con la reforma al sistema de justicia penal.
“Este libro homenaje al doctor Ricardo Franco Guzmán constituye uno de los aspectos importantes de ese reconocimiento, en el que se contienen, además de la colaboración de miembros de la Academia, las aportaciones de profesores e investigadores de Derecho Penal y Procesal Penal, Criminología y Criminalística, nacionales y extranjeros, que no sólo abordan temas de interés para las ciencias penales, sino que también destacan algunos aspectos de la vida del académico homenajeado. Por ello, en nombre de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, que es el organismo que promovió la realización de esta obra colectiva, quisiera agradecer a todos los profesores e investigadores en las áreas de las ciencias penales, así como a los discípulos del homenajeado, que respondieron positivamente a la convocatoria para participar en este homenaje.
“Asimismo, deseo expresar a la Junta de Gobierno del Instituto Nacional de Ciencias Penales y al director general del INACIPE, por haber autorizado que este libro-homenaje se publique por la editorial del Instituto en coedición con la Academia.
“Las anteriores consideraciones y la estrecha vinculación que desde siempre ha existido entre la Academia Mexicana de Ciencias Penales y el INACIPE, son motivo suficiente para que en esta ocasión la Academia rinda un merecido homenaje a uno de sus destacados miembros, quien, además de ser el decano de los académicos vivos, es el que ha superado ya el medio siglo de vida académica. Felicidades.”
EI 16 de marzo de 2010, participé en la presentación del libro «EI Derecho Penal a Juicio, Diccionario Crítico», editado por la Academia Mexicana de Ciencias Penales y el Instituto Nacional de Ciencias Penales.
Del 29 de noviembre al 3 de diciembre de 2010, intervine como comentarista por parte de la Academia Mexicana de Ciencias Penales, en las «XI Jornadas sobre Justicia Penal, la Situación actual del Sistema Penal en México», organizadas por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
EI 19 de enero de 2012, participé en la Ceremonia de Develación de la Placa que conmemora la presencia de la Academia Mexicana de Ciencias Penales en la Facultad de Derecho de la UNAM desde 1940.
EI 26 de febrero de 2014, participé en la conferencia de «Comentarios al Código Nacional de Procedimientos Penales», organizada por la Academia Mexicana de Ciencias Penales, con la intervención de la licenciada Arely Gómez, senadora de la República.
EI 28 de mayo de 2014, participé como representante de nuestra Asociación, en la presentación y mesa redonda de un «Número especial de la revista Criminalia: La Unificación de la legislación penal y la Academia Mexicana de Ciencias Pena-les. Debate Histórico e Ideas Actuales», organizada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
En noviembre de 2016, apareció el libro “Ricardo Franco Guzmán. Homenaje por sus 60 años de vida académica”, con el sello de la prestigiada Editorial Porrúa, a la cual debemos reconocer la pulcra impresión que hizo durante varias décadas de la revista Criminalia.
En dicho libro de homenaje, aparecen las bellas palabras, anécdotas y recuerdos de los siguientes miembros de la Academia Mexicana de Ciencias Penales: Victoria Adato Green, Alicia Beatriz Azzolini Bincaz, Constancio Bernaldo de Quirós, Raúl Carrancá y Rivas, Marco Antonio Díaz de León, Luis Fernández Doblado, René González de la Vega, Raúl González Salas-Campos, Luis Jiménez de Asúa, María de Luz Lima Malvido, Miguel Ángel Mancera Espinosa, Moisés Moreno Hernández, Alberto Enrique Nava Garcés, Luis Rodríguez Manzanera, Antonio Sánchez Galindo, Juan N. Silva Meza, Sebastián Soler, Juan Velásquez, Ruth Villanueva Castilleja, Eugenio Raúl Zaffaroni, Jesús Zamora Pierce.
El 5 de julio de 2018 contesté a la lectura que dio el doctor Miguel Ángel Aguilar López, de su trabajo “EI efecto reparador de la prueba ilícita (originaria y derivada)”, en la ceremonia de formal ingreso como miembro de número de la Academia Mexicana de Ciencias Penales.
Como podrá verse, prácticamente toda mi vida, desde estudiante en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, hasta la fecha, he estado unido, primero a la revista Criminalia y, después, a la Academia Mexicana de Ciencias Penales, como miembro numerario desde el 7 de septiembre de 1956, hasta el día de hoy 21 de diciembre de 2020, en que celebramos el aniversario número 80 de la fundación de nuestra insigne asociación.
1. José Ángel Ceniceros (8 junio 1900) 24 abril 1979 (78)
2. Francisco Gonzalez de la Vega (3 dic. 1901) 3 mar. 1976
La Sociedad Mexicana de Criminología, a través de su órgano de difusión: la hoja criminológica, rinde un muy merecido homenaje a la Dra. Emma Mendoza Bremauntz.
La Academia Mexicana de Ciencias Penales emite un comunicado con relación a la resolución de la Suprema Corte de Justicia recaída a la petición de consulta popular del Ejecutivo.
Tengo el gusto de compartir el cartel de la primera mesa del Congreso Internacional de Ciencias Penales organizado por el INSTITUTO NACIONAL DE CIENCIAS PENALES (México)
Acabo de ver “El dilema de las redes sociales” (Netflix, 2020)
Creo que bien valdría la pena reflexionar de qué manera han transformado la cotidianidad, hasta qué punto sirven como herramientas y en qué momento nos convertimos en objetos cautivos de ellas.
¿Qué tipo de información recibimos y cuál es la que proporcionamos?
¿Somos racionales en su uso? ¿Confiamos en lo que nos proporciona y anuncia?
¿Cuánto de lo que vemos en la red terminamos consumiendo? ¿Qué tipo de anuncios rechazamos?
Las redes sociales sirven para estar en contacto con amigos (as), compañeros (as), y usándolas adecuadamente son una excelente herramienta de trabajo, pero su mecánica de funcionamiento es más compleja.
Vale la pena ver el documental y discutir sobre la hipótesis que nos plantea: somos un objeto de las redes y si no reparamos en la información recibida, actuaremos en la dirección que nos ofrezca ya sea para usos netamente comerciales o para cuestiones políticas de gran relevancia.
Las redes albergan fake news y contribuyen también a la polarización.
Esa brecha entre nativos y migrantes digitales no se ha acortado, vemos al mundo desde ópticas distintas.
La Sociedad Mexicana de Criminología publica puntualmente su hoja, mediante la cual da las noticias sobre las actividades de la propia sociedad y sus integrantes.
En esta ocasión aparecen distintos eventos en los que tuve el honor de participar, tales como el Congreso (virtual) de Derecho Penal organizado por la Facultad de Derecho (UNAM), en la mesa 18 sobre delitos informáticos, así como en el homenaje pedido por sus setenta años como abogado del Dr. Ricardo Franco Guzmán.
Agradezco enormemente al Dr. Rodríguez Manzanera por la cálida felicitación con motivo de mi ingreso a la Academia Mexicana de Ciencias Penales.
Así como agradezco a quienes hacen realidad la hoja criminológica por la reseña al libro
La responsabilidad penal de las personas morales y las nuevas tecnologías, publicado por Porrúa (2020)